COMO, CUANDO Y POR QUÉ NACEN LAS CANDELAS DE TORREANDALUZ

"Crónica de una ilusión hecha realidad"

Lo de Torreandaluz no es algo normal.

Da igual que no hayas nacido en el pueblo, que no vivas aquí o que ni siquiera tengas familiares sorianos, pero todos los que alguna vez hemos pisado “La Torre” (como cariñosamente lo llamamos los que lo queremos) lo hemos sentido.
Te sientes a gusto, como en casa, todos te acogen, todo es familiar, y te sientes parte de algo. No es sólo por los maravillosos parajes que lo rodean, ni por los atardeceres mágicos de verano, ni por las espontáneas charlas en la plaza , ni por las partidas de mus o guiñote en el teleclub, ni siquiera por las muchas actividades y festejos que organizamos, es algo más, algo que no se ve, pero que está ahí, y que hace que los que de alguna manera estamos unidos a La Torre no concibamos el mundo sin la existencia este mágico rincón soriano.
Sólo si se comprende esto se puede comprender el origen de “Las Candelas”.

“Las Candelas” surge del empeño de unos cuantos torreños (así nos llaman a los de La Torre) en mantener vivo el pueblo, que  no muera, no se olvide, y no acabe como tantos pueblos sorianos, en el abandono total. La idea surgió -como surgen muchos grandes proyectos- de una charla de sobremesa en las fiestas del pueblo, medio en broma medio en serio. Todos amamos profundamente el pueblo, y de alguna manera buscábamos una conexión más profunda con él, queríamos crear algo que nos permitiera compartir nuestro pueblo con el mundo.
Algunos habíamos elucubrado antes muchas veces con la loca idea de volver al pueblo, de poder trabajar y disfrutar en el pueblo no sólo en verano y fines de semana, sino durante todo el año, hacer de la vida en el pueblo una nueva forma de vida, lejos de los ajetreos y humos de la ciudad, una vida más tranquila, más sana, mejor. Pero bueno, no era éste el propósito de Las Candelas,  al menos no el propósito directo.
Las Candelas tampoco ha pretendido ser un mero negocio con el que “forrarnos”, por muy raro que parezca esto hoy en día. De hecho, siempre fuimos muy conscientes de que probablemente nunca llegaríamos a recuperar la inversión realizada. Todas nuestras aportaciones  económicas y personales, todos nuestros fines de semana trabajando en la construcción de la casa  durante casi 5 años, todos nuestros quebraderos de cabeza para sacarla adelante no venían encaminados a obtener grandes beneficios económicos, y muestra de ello son los precios de nuestros apartamentos, que apenas son suficientes para cubrir los gastos. Nuestra principal recompensa es otra.

Muchos nos han llamado locos, inconscientes, hasta tontos, por nuestro empeño en construir la casa. Muchos apostaban que no la terminaríamos, que abandonaríamos, pero no ha sido así, y prueba de ello es que estás leyendo estas líneas.

Es una gran satisfacción echar la vista atrás y ver cómo lo que empezó siendo un bonito sueño se hizo realidad. Y el sueño se sigue cumpliendo cada vez que Las Candelas se llena de huéspedes, conocidos o no, que se van encantados con su estancia en el pueblo y nos confirman que La Torre y su gente es especial. De hecho, no son pocos los que repiten, por algo será…

Bueno, pues ahora que ya sabéis el por qué, os vamos a contar el cómo y el cuándo.


Como os hemos dicho, todo surgió una tarde de sobremesa durante las fiestas de una de las patronas de Torreandaluz, Nstra. Sra. De la Merced, del año 2006... 

Cuando surgió la idea no estábamos todos los que somos, ni tampoco somos todos los que estábamos, hubo muchos que al principio se interesaron por la idea, pero por unos u otros motivos se echaron atrás, y otros que  atraídos por la idea  de hacer algo en el pueblo decidieron unirse.

Al final quedamos  nosotros 9: Ángeles, Mª Jesús, Maite, Fer, Jaime, Manolo, Oscar, Pablo y Toño. Todos teníamos claro que no iba a ser fácil, que el proyecto exigía un gran compromiso y un gran esfuerzo, tanto económico como personal,  pero también contábamos con un motor imprescindible: la ilusión. Y cierto es que no ha sido fácil, han sido muchos fines de semana sacrificados en la obra, madrugando, desplazándote cientos de kilómetros, renunciando a tu tiempo libre, a tu vida social, bajo la nieve, la lluvia o un sol, llegando de vuelta a casa cada domingo por la noche completamente agotados. Según pasaban los años las fuerzas se agotaban,  las circunstancias de cada uno cambiaban y no siempre podíamos llevar el ritmo de trabajo previsto.  Incluso no fueron pocas las veces que hubo tensiones personales,  pero todo se supera, porque la motivación era más fuerte que todo lo demás, teníamos un objetivo firme y común: hacer una casa rural en Torreandaluz.

Así que lo primero que hicimos fue buscar un emplazamiento, una finca donde construir la casa rural. Cosa nada fácil, por cierto, pero al final la encontramos. El primer paso estaba dado. Lo más fácil fue pasar por el Notario.

 

Todo pintaba muy bien, éramos muchos y teníamos un gran empeño común, dispuestos a aportar todo lo que pudiéramos y a aprender lo que hiciera falta para la construcción de la casa. TODOS y cada uno de nosotros hemos aportado algo, cada uno según sus circunstancias y posibilidades, esa fue y  es la clave.

 

Pero claro, también hubo cosas -las menos- que nosotros solos no podíamos hacer, y en lugar de aportar nuestro esfuerzo físico había que tirar de bolsillo, empezando por abrir las zanjas en la tierra. Nuestra  hazaña comenzaba a materializarse....

Y una vez acabaron las máquinas nos pusimos manos a la obra con el encofrado, tubos, arquetas….

Y luego el cemento, los “bolos”....

Y por fin, otra capa de cemento y a pasar el “helicóptero” para alisar. El patio tomaba forma.

 

Habíamos hecho las zanjas,  preparado el encofrado y cubierto todo. No veíamos la hora de empezar a subir,  hasta ahora todo nuestro trabajo quedaba bajo tierra.

Y al fin llegó el día de poner el primer ladrillo. Todos pendientes del que más sabía, Manolo….

Puede que esta fuera la fase más bonita, porque el trabajo realizado era más “visible”,   por fin la casa comenzaba a crecer hacia arriba….

Y así continuamos poniendo ladrillos, desde por la mañana…

Hasta la noche…

Y seguimos con la barbacoa, el cuarto de calderas, los apartamentos de abajo, la casa de arriba…

Y llegamos a los tejados!

Menos mal que con las primeras nieves ya teníamos puesta la cubierta….

El esqueleto ya estaba terminado, al fin íbamos a empezar a trabajar en el interior, resguardados de las inclemencias. Había que conseguir un buen aislamiento, así que primero dimos una capa de aislante, y después otra capa de ladrillos, así la casa conservaría el calor en invierno, y se mantendría fresca en verano.

La casa ya iba cogiendo forma. Lo siguiente: tabicar, poner ventanas y enlucir las paredes.

Después montar los tubos de la calefacción por todo el suelo, cubrir con cemento y colocar las baldosas en los comedores y tarima en las habitaciones, con más aislante.

Alicatar los baños y la cocina….

Pero no todo era trabajo claro, había que almorzar. Mª Ángeles nos preparaba unos riquísimos torreznos, Oscar traía fuet de su tierra, o Mª Jesús nos hacía tortilla… y para tragar nada mejor que un porrón de vino y gaseosa, había que reponer fuerzas para seguir con el tajo. Siempre había algún que otro torreño que se nos unía en tan “ardua” tarea…

Y llegó la hora del color!! Y para gustos, colores…. Al final hubo consenso y nos pusimos manos a la obra en las habitaciones y comedor.

Y el gran dilema…. De qué color pintar la fachada? Había varias opciones, y como todo, lo sometimos a votación, había tiempo mientras colocábamos la piedra. Al final triunfó el color arena.

La casa ya tenía buen aspecto, colorida, era la hora de poner puertas y montar las cocinas…

…y los baños…Faltaba muy poco!!

Lo de la escalera también tuvo lo suyo, con instalación de iluminación incluida.

El patio y la barbacoa también tenían miga. El diseño y construcción de la chimenea fue un triunfo total, pero claro, hubo que probarla antes…

Solo quedaba amueblar y decorar las habitaciones y salones, y en eso las mujeres echamos el resto. Queríamos que fuera tan acogedora como nuestra propia casa.

 

Había llegado la hora de poner nombre a la criatura. Cómo se  llamarían  la casa y  los apartamentos?

El nombre de la casa fue prácticamente unánime desde que Manolo lo plasmó en la pared de la barbacoa casi de guasa: Las Candelas. A todos nos encantó. La Virgen de las Candelas es la patrona de Torreandaluz (junto con Nstra Sra. De la Merced), y  el devenir de su festividad refleja muy bien el espíritu de Las Candelas: hacía pocos años que en Torreandaluz se  había recuperado la celebración del día de la Virgen de las Candelas, el 3 de febrero, sin grandes fastos pero con una gran comida popular y baile en las antiguas escuelas, con  no poca concurrencia de torreños y allegados.  Ese mismo espíritu de congregar, de unir, de recuperar, de celebrar… es el que late en Las Candelas.

 

Tres grandes parajes de La Torre darían nombre a los apartamentos, los cercanos CERROMINGO y CERROPERAL a los dos más pequeños,  y el majestuoso y mágico pinar de EL OTERO para el más grande.

Y así poco a poco y con mucho esfuerzo, nuestro sueño fue haciéndose realidad, nacía Las Candelas de Torreandaluz….

Hasta que en la primavera del año 2012 pudimos celebrar orgullosos la inauguración de Las Candelas de Torreandaluz, y lo hicimos al modo torreño: viandas varias para todos y jornada de puertas abiertas a la casa. Un gran día.

Aun quedaba acondicionar “El Otero”, la joya de Las Candelas, pero “Cerromingo” y  “Cerroperal” ya podían echar a caminar, y caminando haríamos el camino que faltaba.

Pero nuestra historia no acaba aquí, esperamos que Las Candelas crezca, se haga mayor y vaya conociendo mucha gente por el camino, personas que disfruten de su estancia en Las Candelas, en el pueblo, y que se sienta como en casa en este lugar tan lleno de energía, de esfuerzo, de cariño, de ilusión, y sobre todo, de amor a La Torre y a Soria.

Gracias a todos los que nos habéis apoyado y animado todos estos años, y a los que no también, porque nos habéis hecho más fuertes en nuestro empeño.

Mª Ángeles, Maite, Mª Jesús, Fer, Jaime, Manolo, Oscar, Pablo y Toño.

LAS CANDELAS DE TORREANDALUZ